En busca del lector del siglo XXI, por J.A.Aunión*

En busca del lector del siglo XXI, por J.A.Aunión*


En busca del lector del siglo XXI, por J.A.Aunión*

No es lo mismo leer literatura, disfrutar de una novela, que leer un texto histórico o científico, y tampoco es lo mismo que leer e interpretar un gráfico, ni los mecanismos son semejantes para descifrar cada una de las palabras que se presentan ante la vista, que buscar las incongruencias de un texto, conectar lo que dice con otras cosas que ya se saben o aplicar lo que se lee. Y, por tanto, no es lo mismo enseñar a los alumnos a hacer cada una de estas cosas. En ésas están los expertos, buscando todos los matices de lo que significa saber leer en la sociedad de la información. Y en esas están también los profesores, buscando la manera de llevar a la práctica de una clase todas esas cosas. «Cuánto más sabemos de lo que les hace falta a los alumnos para ser buenos lectores, más difícil se lo ponemos a los docentes para que les enseñen a serlo», dijo el profesor de la Universidad de Salamanca Emilio Sánchez en una de las jornadas de la 23ª edición de la Semana Monográfica de la Educación de la Fundación Santillana, celebrada hasta el pasado viernes en Madrid bajo el título La lectura en la Sociedad de la Información. El diagnóstico de Sánchez fue modesto, pero contundente: de momento, lo primero es introducir la lectura en clase, porque apenas se utiliza, dijo después de haber hecho un amplio estudio sobre las prácticas docentes. Eso, mientras se alcanza el siguiente paso, en el que ya están trabajando los expertos. «Hay muchas formas de leer; cada lector es muchos lectores», dijo en su ponencia sobre la formación de los profesores Juan Eduardo García-Huidobro, decano de la Facultad de Educación de la Universidad Alberto Hurtado, de Chile. El Informe PISA de la OCDE, que mide las competencias, entre otras, en lectura de los alumnos de 15 años de 57 países del mundo, no sólo ha servido para echar miradas catastrofistas a la educación, sino que ha facilitado mucha información sobre todos esos ámbitos de lo que significa leer. «Los alumnos españoles son más hábiles en relacionar el sentido de un texto con su propia experiencia, y se manejan peor cuando tratan de encontrar informaciones precisas y puntuales en documentos poco literarios, como tablas gráficas o noticias de prensa», explicó durante las jornadas el ex secretario general del Ministerio de Educación, Alejandro Tiana. Pero es cierto que los profesores -todos, porque ha quedado claro en las jornadas que se trata de una labor que trasciende la clase de Lengua-, más allá de identificar las diferentes formas de lectura, lo que necesitan son herramientas para enseñarlas en clase. Y algo de esto les ofreció la profesora de la Universidad de Harvard Catherine Snow, que habló de los proyectos basados en la ampliación continua de vocabulario, el principal indicador, dijo, de la capacidad lectora de los niños. Un trabajo con el vocabulario que también mencionaron el miembro de la Real Academia Española Francisco Rico y el escritor Fernando Savater. Ambos hablaron el pasado viernes de otro de los ámbitos del proyecto de lector, el del gusto por la lectura, por la literatura, y volvieron a coincidir en que, mejor que obligar a leer obras enteras, las antologías pueden ser la herramienta perfecta en las clases para iniciar en el placer de leer. En el mundo de Internet, «la lectura predominante es fragmentaria, alimentada por vínculos; parece recomendable que la enseñanza de la literatura adopte y adapte unos caminos similares», dijo Rico. Savater, por su parte, describió con pesar cómo la lectura se ha asociado a la tarea escolar, alejada del ocio y placer, cuando antes era al contrario. «Siempre he defendido que se lea lo que le dé a uno la gana; las puertas del palacio de la literatura son múltiples, y tú puedes entrar por la que quieras, siempre que entres queriendo. Y si se entra por la puerta de Harry Potter, pues perfecto, pero que se entre requerido por el placer», aseveró Savater. *El País

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