Entrevista a Susana Sagrillo
La otra voz en La saga de los confines. Un estudio sobre la trilogía de Bodoc
Conocé en esta entrevista a la profesora y escritora Susana Sagrillo, autora del libro: «La otra voz en La saga de los confines», presentado recientemente en la Feria del Libro del Centro Cultural Le Parc.
Susana Sagrillo en la presentación del libro del Centro Cultural Le Parc, junto con Fernanda Cavallo.
Contanos sobre tu experiencia como docente y cómo surgió la idea de escribir este libro…
Mi experiencia en la docencia empezó en el nivel primario, hace muchos años. Ese fue un nivel que me costó abandonar hasta que finalmente me decidí por el secundario, experiencia que fue paralela a la de Nivel Superior. Cada etapa fue muy interesante, pero el Nivel Superior, en especial, me dio la posibilidad de compartir con otros ya docentes, con colegas con experiencia en el aula. Me obligó a estudiar mucho, pero con gran placer. Participé especialmente de la formación de la Carrera de Profesor en Lengua y Literatura y hace unos años también formé parte del grupo que renovó los diseños del Profesorado de Enseñanza Primaria.
Actualmente me dedico principalmente a la integración de las TIC en el aula. Me parece un campo bastante nuevo y con mucho por construir.
En este contexto fue que surgió La otra voz. ¿Por qué en este contexto? Porque quería escribir algo que pudiera ayudar a mis alumnos en sus trabajos, en sus monografías, en sus análisis literarios. Ellos fueron mi lector modelo, como dice Eco, y los destinatarios reales de mi libro. Por eso incluye algo de teoría y adopta un lenguaje que propicia la lectura (al menos esa fue mi intención)
Y ¿por qué La saga de los confines?
Porque esta idea empezó allá por 2005 cuando hacía poco tiempo que la Saga se había completado en sus 3 partes y porque fue justo el momento en que apareció la película de Jackson sobre El Señor de los Anillos de Tolkien. Entonces, muchos periodistas entrevistaban a Liliana y la consideraban una seguidora de Tolkien. Yo ya había leído la obra y esas comparaciones me molestaban. Fue por eso que decidí estudiar a fondo la obra de Bodoc para contestar a eso con fundamento. Pero a medida que fui profundizando la obra, encontraba más temas, más símbolos, más belleza. Mi investigación se convirtió en una Tesis de Maestría, primero y en este libro después. El libro fue publicado por Ediunc, la editorial de la Universidad nacional de Cuyo. La experiencia de la edición fue inolvidable. Quien me acompañó durante todo el trabajo fue la Dra. Estela Saint André. Ella escribió un prólogo bellísimo que me gustaría compartir con ustedes:
Todas las voces
Estela Saint André
Venado fue el nombre de la alianza que unió a un continente de orgullosos.
Liliana Bodoc
(Los días de la sombra)
Miro las Sierras de Los Comechingones desde un lugar privilegiado de Merlo, en la provincia de San Luis, asomada a un bosque y a sus pájaros, y es inevitable que sospeche que allá en lo que hoy llaman filo serrano y a lo ancho del Valle del Conlara pudieran quedar rastros de los viajes husihuilques que nos presenta Liliana Bodoc en la Saga. Los busco porque no hay duda para mí de que la presentación de esa etnia nace de un presentimiento que muchos tienen callado y al que ella puede ponerle palabras. ¿Qué historia se enseñaría si se conservaran testimonios de los pueblos arrasados? Hoy, como cuando la leí por primera vez, reniego del encasillamiento al que sometieron a la obra algunos críticos, sobre todo con jerga inglesa, asociándola, globalizándola, con la pura fantasía en un intento de sofocar aquello que pudiera acercarse a una hipótesis histórica con una etiqueta que descalifica y vuelve a silenciar hoy tanto como ayer las voces de los pueblos originarios y las de nuestros nuevos pueblos mestizos que los han sucedido. Voces aunadas que en vez de aclamar y venerar las fundaciones antiguas de los que se autodenominan «descubridores y conquistadores», las denuncian porque es cierto que el odio y sus cómplices, la avaricia y la ignorancia, llega a estas tierras en barcos –ahora en aviones– y cabalga por todos los espacios ocupados, contaminados y saqueados. Sin fantasía, sin imaginación, no hay capacidad creativa, pero todavía hay quienes suponen que puede haber una ciencia sin ellas, de la misma manera que no hay arte sin razonamiento y sin ideología.
La única posibilidad histórica de rescate de lo que está amordazado y no puede expresarse está en el ejercicio de la Memoria, que es ininterrumpido, ya que cada generación –como diariamente nos informan «los medios»– está sujeta a nuevas invasiones del odio ancestral que solo cambia sofisticadamente de armas que cada día son más mortíferas y denigrantes.
Estoy pensando al decir todo esto en el libro de Susana Sagrillo y en su lectura de Liliana Bodoc y en la serie afortunada de coincidencias nacidas del hecho de la apertura del mundo que posibilita cada buen libro, que además inaugura comunidades lectoras que se aproximan, ya que coincidimos desde el comienzo en esta cosmovisión. Porque leer y escribir es un acto de amor y ya con esto entendemos la propuesta de la autora de luchar contra el odio eterno justamente con un acto bondadoso, generoso y en su caso usando el arma más poderosa que viaja en los mismos barcos con los perros furiosos de Drimus, el Doctrinador. Arma invisibilizada y por eso tan poderosa: el lenguaje, pero no el utilizado para destruir sino para liberar. No el del recinto de los poderosos, sino el del aire libre, el lenguaje magia que borra las diferencias de color, de estatura, de creencias, de género, de saberes. El lenguaje que enseña y no el que oculta y engaña.
Y entendemos, con Liliana y con Susana, aliviados, que el maravilloso triunfo de Kupuka sobre Drimus nace, en primer lugar, por el respeto a su contrincante, ya que «va al encuentro de su sabiduría y su creencia», no a un combate descalificador (Bodoc, L., 2002. lds, 216), y que vence a su contrincante sin armamento y sin desprecio, ya que Drimus cae, a pesar de sus «voces convencedoras», abatido, como catapultado por todo lo bello, puro y amoroso del mundo husihuilque que el chamán puede recordar y enviar al socio del odio: los olores amados de su tierra que provocan que sus jaurías rabiosas lo desconozcan y lo despedacen.
Esta lección, nos dicen ambas autoras, debemos aprender y aplicar permanentemente: al mal se lo vence con el bien. El propio mal se encarga de destruirse a sí mismo, como hacen los perros con Drimus. Liliana Bodoc, Susana Sagrillo y yo compartimos sin saberlo espacios –la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo– donde fuimos felices hasta que un día dejamos de serlo. Las razones no vienen a cuento, pero sí paradojalmente «a novela», porque cada una podría contar según su circunstancia cómo la intolerancia, hermana del odio (y del miedo) eterno nos aleja de las aulas queridas y nos obliga a buscar el aire libre.
Y a la vuelta de los años, nos reúne alrededor de la lectura, a reconocer búsquedas, inquietudes, amigos. Formamos parte de un gran grupo que, con palabras del querido Sabato, sabemos que «leer da una mirada más abierta sobre los hombres y sobre el mundo y ayuda a rechazar la realidad como un hecho irrevocable» . A partir de estas coincidencias pudimos trabajar juntas.
Susana suma a su capacidad de lectura una incansable búsqueda de herramientas teóricas con las que corrobora intuiciones y establece con ellas el mismo diálogo enriquecedor que con las producciones literarias. ¿Por qué? Eso le permite conciliar posturas entre pensadores que utilizan, por ejemplo, esquemas binarios, superar la rigidez de las contraposiciones excluyentes y sentarlos a intercambiar sugerencias con el texto rector. Este ejercicio de conciliación y de búsqueda de complementación habla de su apertura y capacidad.
Lee con placer y con pasión y se orienta generosa a enseñar a leer, tarea que sabemos nunca termina, ya que cada autor/a propone estrategias que nos renuevan como lectores e interpretadores y que muchas veces cambian nuestras convicciones y nos invitan a relecturas en un viaje, como el de los husihuilques, que nunca termina.
El libro La otra voz en La saga de los confines aporta una lectura actual y revisionista a la vez. Advierte sobre ignominias pasadas, presentes y por venir. No le teme a la toma de posiciones porque se asienta en la valentía ejercida por Bodoc al iniciar este diálogo que se multiplicará con los que se inicien con los nuevos lectores que propongan sus visiones, su hilado de recuerdos a preservar y sus espacios a defender.
A ambas autoras y a la vida, gracias por las afinidades compartidas, por el gozo del trabajo gratificante y el refuerzo de la voluntad para seguir esforzándose para hacer del mundo un lugar más justo, inclusivo y tolerante.
Merlo y Mendoza, 2011
¿Cómo fue la presentación en el Le Parc?
La presentación del libro tuvo algo especial: fue hecha por una alumna, Fernanda Cavallo. Pensé que era lo mejor pues los alumnos habían sido los destinatarios. Y el público estaba integrado por alumnos y exalumnos. Eso fue algo maravilloso. Fue sentir que había logrado cerrar un círculo.
Sagrillo y Bodoc